La magia del cambio de perspectiva
Este revistero desmontable fue un encargo en el que la clienta no tenía más requisito que el de respetar las medidas del espacio que estaba destinado a ocupar, de modo que tuve total libertad para desarrollar el diseño.
Se le había roto el revistero anterior y sabía que era un objeto al que su dueña le daba un uso bastante intensivo. Entendí que se trataba más bien de un mueble auxiliar destinado a complementar un rincón de lectura y decidí centrarme en la comodidad.
El conjunto es un entramado de planos inclinados autosustentados de estética cambiante según el ángulo desde el que se mire.
Da la sensación de que tengamos un objeto diferente cada vez que lo giramos. Es la magia del cambio de perspectiva, un efecto que se acentúa cuando entra en juego la diagonal.
A nivel constructivo el revistero constituye un guiño a los ensambles de carpintería tradicional, donde la unidad del conjunto queda garantizada por la confluencia entre sus partes.
Una cuña de madera (otro elemento emblemático en el oficio de la carpintería) evita que sus elementos se separen al levantarlo y termina de dar cohesión a la pieza.
Es un desafío a la gravedad, pues ninguna de las piezas que lo componen podría sostenerse por sí sola y, sin embargo, cuando estas se unen, es también la gravedad la que se asegura de que todo se asiente.
Resulta difícil definir qué es delante y qué es detrás, así como clasificar sus elementos como lo haríamos con un mueble común, basándonos en su función. ¿Dónde está la pata y dónde los estantes? ¿Acaso no son lo mismo?
Esta ambivalencia se hace también presente en la parte superior, con la incorporación de una bandeja deslizante que dota al conjunto de una doble funcionalidad: revistero y mesa auxiliar. No se trata de un mero intento de hibridación, de obtener un dos en uno, sino de llevar el concepto de función hasta sus últimas consecuencias.
Porque un revistero no es solo un cachivache destinado a sostener un puñado de revistas. Para eso cualquier superficie plana nos valdría. Un revistero es, en realidad, el complemento perfecto para un rincón de lectura.
Como ocurre con los cuadros, es difícil dar por acabado un mueble. Mis diseños están en constante evolución y el revistero no es una excepción.
Cada nueva versión del revistero introduce una ligera modificación, a veces son solo ajustes estéticos, a veces mejoras funcionales.
El objetivo, como siempre, es incorporar el arte en nuestros hogares a través de los objetos que usamos cada día, integrando el mueble en el ambiente como una pieza decorativa sin renunciar a la funcionalidad.
El último ejemplar incorpora unos refuerzos inspirados en los ensambles tradicionales de las mesas para asegurar que la pieza se mantiene plana. El cuerpo está fabricado en madera de roble, mientras que para la bandeja y la cuña he utilizado nogal americano.
Tiene una altura aproximada de 48 cm y una anchura de 54 cm. Está acabado con dos capas de aceite danés (una mezcla de aceite de linaza y ceras) que lo protege de la humedad y el polvo.
Como todas las piezas acabadas con este tipo de aceites, tiene un mantenimiento muy sencillo.